viernes, 29 de abril de 2011

Días primaverales.

           

Las estaciones del tiempo dejan huellas
van y vienen en forma rotativa,
todos conocemos la estación mas bella
que sella para siempre nuestras vidas.

Es como la aureola que corona
la lozanía, la hermosura y candidez,
y llega con su magia despertando
los jardines que deja la niñez.

El hada buena que adorna las laderas
que embellece los campos y los valles,
llenando de flores las enredaderas
esparciendo sus aromas por los aires.

Es la estación que cautiva el amor
y a esos pequeños seres industriales,
que recogen el néctar de la flor
para procesar la miel en los panales.

Fuertes vientos y torrenciales lluvias
causan las erosiones de la tierra,
son las heridas que sólo las alivian
la llegada de una nueva primavera.

También el tiempo lesiona la belleza
del ser humano barro de esa tierra,
a quien cada estación deja una grieta
que no podrá cerrar aunque quisiera.    

Somos hojas maduras sujetas a las ramas
cubriendo con su sombra a nuevos nidos,                   
y los protege frente al rigor del tiempo                
que siempre pasa veloz y fugitivo.

La juventud del ser es una primavera
que conjuga la belleza y sus alcances,
acarician y se van para nunca jamás
días hermosos que fueron tan fugaces.


...cediéndole su espacio a la tercera edad.

Lucila Lárez Fariñas
de Gutiérrez

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