viernes, 15 de abril de 2011

Homenaje póstumo a Oscar Martínez

        
                                                
Natural de calabozo
admirador de los llanos,
por sentimientos ya rotos                       
era barquisimetano.
        
Con sombrero pelo'e guama
y con su gallarda figura,
tocando el cuatro y maracas
era rey de las llanuras.

La nota de los pasajes
las coplas y el joropo,
le hacían lanzar suspiros
cuando cabalgaba un potro.
         
Con sus polainas y espuelas
en su caballo lozano,
desafiaba al más pintado
que se cruzara en el llano.

La sabana y los rebaños 
y el olor de los mastrantos,
dando rienda a su caballo    
sus versos se hacían cantos.
               
La firmeza en su palabra 
y el recio temple llanero,
hicieron honor al nombre  
de Venezuela y su suelo.

Fue un pujante e impulsor 
del folklor de nuestro pueblo,
declamador que lloraba
con la emoción de sus versos.

El liquiliqui abrochado
a la altura de su cuello,
destacaba la prestancia
de su espíritu coplero.

Admirador de lo bello, 
de lo grande y lo sencillo,
lo demostraba en sus gestos
y en su sonrisa de amigo.

La expresión al declamar 
era de hondos sentimientos,
que los echaba a volar 
con sus suspiros al viento.
                              
Volando por las llanuras  
con su amor venezolano,
sentía que a Venezuela  
la llevaba de su mano.

Traspasando sus fronteras 
engalanó su figura
proyectando hacia otros pueblos
el valor de su cultura.

Y así volando se fue 
en el tren de no volver,
dejando fresco el recuerdo
en sus amigos de ayer.

Sus sueños e inquietudes 
por vivir cosas hermosas,
fueron víctimas de llamas 
por colisión estruendosa.
                           
Son lágrimas el rocío
De sus montes y sus llanos,
que lloran al ver el río
donde se lavó sus manos.

Hoy las gaviotas lo extrañan
igual las olas del mar,
que contemplaba con ansias
de vivir y de soñar.

El éxtasis de sus sueños
al  horizonte  lejano,
se fue en estelas de humo
como un suspiro en el llano.

Lejos allá en el caney,  
los peones ya no brindan,
se murió el araguaney 
y ya no está rosa linda.
       
Allá, en la pantalla chica 
todo seguirá su ritmo,
como un recuerdo sincero
quedará entre sus amigos.
    
Broche de fuego cerró
el bello álbum de su vida,
lo extinguió con sus amores
y enmudeció su lira.
                                            
Lucila Lárez Fariñas 
                de Gutiérrez

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Por favor comparte tus comentarios:

Luego de dos años...

No es fácil abrir la puerta de la antesala de una obra literaria cuando se trata de una primera edición. Sin embargo, la misma pasión y...