viernes, 13 de mayo de 2011

Tarde de invierno

             

En una tarde de invierno
mi corazón se inspiró,
viéndolo todo tan bello
al universo cantó.

Fue mi canto improvisado
de una manera sencilla,
admirando lo creado
con todas sus maravillas.

Sólo basta con mirar
los paisajes naturales,
que Dios nos quiso obsequiar
como el mejor de los padres.

Era algo así incomparable
un sol dorado envolvía,
los campos, las arboledas,
y la brisa era muy fría.

Los árboles tan copiosos
todos vestidos de nuevo,
hacían contraste hermoso
con los celajes de invierno.

Ver las nubes que pasaban
en grandes masas partidas,
para llevar sus mensajes
de lluvia para otras vidas.

Se veían los pajarillos
que volaban por millones,
regresándose a sus nidos
para cubrir sus pichones.

Con nubes multicolores
se cubrió el atardecer,
adornando el horizonte
cuando dejó de llover.

El toque de las campanas
llegaban desde el santuario,
llamando a los feligreses     
para rezar el rosario.

Se cerró con lindo broche
esa tarde tan hermosa,
cuando apareció la noche
con su luna primorosa.

Me quedé mirando el cielo
con la luna y las estrellas,
y le hable de mis anhelos
en mi coloquio con ellas.

Lucila Lárez Fariñas
de Gutiérrez

Maturín, año 1961.-

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