Parte I
Olimpia Lucila Lárez Fariñas, nací el 06 de diciembre de 1937, en
una noche iluminada por la luz de una hermosa luna plateada (según relato de mi
madre) que se desparramaba sobre la silueta del pintoresco caserío “El
Clavellino”, mi pueblo natal y cuya jurisdicción
político-territorial pertenece al Municipio Santa Cruz, del Distrito Rivero,
Estado Sucre de los Estados Unidos de Venezuela. Tal era la
denominación de nuestro país para esa época y la inscripción de la moneda
que circuló hasta la década de los cuarenta, como tuve la oportunidad de
conocer.
Esta biografía debe ser tan transparenta como yo, en tal sentido, será
integrada por muchos detalles, que por simples y sencillos que parezcan, tienen
la importancia de la vida misma, porque así es la vida: un cúmulo de pequeñas
cosas, de detalles y momentos que van dejando huellas que serán importantes,
según el calzado y de quien sea el pie con que se marquen sobre el terreno de
ese camino sin retorno. Es por eso que daré respuesta a interrogantes como
ésta: ¿Olimpia? mi primer nombre de pila nadie lo conoce; fue algo
así como que se borró antes de escribirlo. Mi padre quiso que yo llevara el
nombre de su madre, pero a mi madre no le gustaba; en cambio que “Lucila” se
llamaba su madrina, quien la vio nacer, la quiso mucho, la consentía y complementando
la educación de su hogar le enseñó el arte de la costura y muchas otras
manualidades. He allí la razón de que mi primer nombre no aparezca en ningún
documento de identidad y tal vez, haya influido en el espíritu de soledad que
me ha acompañado; porque siempre que me han preguntado por mi otro nombre he
respondido yo soy “Lucila Sola.” Sin embargo, cuando empecé a valorar el amor
hacia los padres, supe lo mucho que él quiso a su mamá y muy dentro de mí había
una pena y para mitigarla, me inventé una firma con la “O” al comienzo. Cosa
que él no conoció...
Lucila Lárez Fariñas
de Gutiérrez
04/12/2008
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