viernes, 20 de enero de 2012

Adios inesperado

                     
 


En un triste atardecer allá en el campo santo,
se enlutaron los montes las aves y los nidos,
muchos tal vez trataron de tragarse su llanto,
dando el último adiós a Luis José y Danílo. 

Víctimas que cayeron por manos criminales,
de un sistema repleto de fétida inmundicia,
donde la impunidad se hace intolerable,
y ataca la verdad la paz y la justicia. 

Como palomas blancas siguen los malhechores,
su escudo: la violencia sin sentirse cobardes,
cruzando calles, plazas y todos los caminos,
por que llevan el alma saturada de males. 

Por buscar la verdad para actuar con justicia,
o dejarse llevar por malas influencias,
cada cual en su andar puso en riesgo su vida,
confiando en el disfraz que oculta la mentira.

Andaba el enemigo escondido en el fango,
de donde sale erguido con falsas vestiduras,
son como fariseos que se imponen el rango,
de la traición que llevan colgada a la cintura.

Nuestro celestial Padre nos envió a su hijo,
para enseñarnos la ley del amor y la verdad,
Jesucristo hecho hombre también fue perseguido,
por los que no creyeron ciegos por la crueldad.

Jesús, nos enseñó el camino y también las espinas,
que serán arrastradas con esperanza y fe,
el que quiere seguirle sigue, sigue y camina,
aunque llegue sangrando la planta de los pies.

“Dios” con su omnipotencia y su infinito amor,
rescató de la muerte a su hijo Divino,
y dejó esa promesa a los que con dolor,
defienden la verdad por estrechos caminos.

Así acaba mi canto con voz de empatía,
y elevo mis plegarias que lleguen hasta el cielo,
para pedir la paz que todo el mundo ansía,
y para los caídos pido el descanso eterno.  

Lucila Lárez Fariñas
de Gutiérrez
Puerto La Cruz, año 2003.-

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