
El ser humano con
su fuerza creadora
entra a su mundo
con sus primeros pasos,
como el viento se
han ido su infancia, su niñez,
llega la
adolescencia con triunfante sin fracasos.
Con su coraza
nueva, brillante y vigorosa
quiere lanzarse al
mundo que desafiante está,
cargado de
atractivos entre seres y cosas
su primera batalla
es por su libertad.
Es una concepción
de cada ser humano
su condición de
origen, un ser individual,
con una sujeción
sobre lo ya creado
de lo que nunca más
se quiere separar.
Siendo reos del
tiempo y vamos celebrando
que nos lleva
arrastrando sin mirar las cadena,
que nos mantiene
presos bajo su voluntad
y nunca preguntamos
donde nos va a dejar.
Con aquel aire
fresco de nuestra juventud
imposible olvidarse
con la tercera edad,
las aguas
cristalinas deslizar por la piel
sutil de la niñez
cuenca del manantial.
Después la
turbulencia del río que cruzamos
al final ya
tranquilo, lento como los pasos,
que damos cada día,
torpes como empezamos
con mirada perdida
llegando a nuestro ocaso.
Viviendo ese
presente que casi no se vive
pensando en un
futuro que casi no esperamos,
saboreando
recuerdos mientras que el alma sigue
con su atardecer
gris y un sol agonizando.
Lucila Lárez
Fariñas
Puerto La
Cruz, mayo de 2008.-
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