
La brisa con la aurora trae recuerdos
de los años felices que brinda la vida,
sólo enseña ese lado que es color de rosa,
caprichosa, vulnerable y engreída.
Recorriendo los terruños sabaneros
donde el lirio acariciado por el viento,
le arrancaba ese perfume delicado
que embriagaba esos dulces momentos.
La visión del moriche taciturno
saludando con sus palmas al viajero,
emborracha con sus aguas vino tinto
al bañista transeúnte y dominguero.
Cuántas veces temerosa entre los brazos
e ingenuamente recostada de su hombro,
de aquel amor tan alto como los moriches
que era como un cielo repleto de luceros.
El entusiasmo, la alegría y la emoción
con la música de antaño y del presente,
no hicieron perdurar lo que vivimos
porque el amor no dura cuando miente.
Lucila Lárez Fariñas
de Gutiérrez
Puerto La Cruz, 17 de junio 2009
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